Durante el periodo virreinal muchas obras de irrigación y sistemas de riego fueron abandonados, a pesar de las directivas del poder central metropolitano en el sentido contrario" y de la reglamentación de la distribución del agua en algunos valles de la costa. Las profundas modificaciones sociales, económicas y políticas generadas por la conquista destruyeron las estructuras previas de propiedad y tenencia de los recursos naturales, sus formas de administración o gestión, y el orden de prioridades del uso de los recursos, etc. Estas constituían las bases institucionales sobre las que se sustentaba la utilización racional de las aguas en función al conjunto de la sociedad.
Lo ocurrido en materia hidráulica a partir de la llegada de los españoles a América fue mucho más allá de un “cambio técnico” en el que se sustituyeran unos artefactos y materiales (de madera y piedra) por otros (metálicos), y se introdujeran máquinas y especies por completo desconocidos, como los molinos o los animales de trabajo. Estas innovaciones significaron una verdadera “revolución tecnológica” en el sentido de que vinieron acompañadas de un nuevo sistema sociopolítico y cultural que dio sentido distinto a esas “cosas” y desencadenó nuevos fenómenos. Esto no niega que las herramientas permitieron excavar los pozos y los depósitos de agua (cisternas, pozos, acueductos subterráneos) a mayor profundidad, que la rueda hidráulica, la palanca, el torno y la polea, aligeraron el trabajo de extraer y elevar el agua, que los animales, solos o en combinación con la rueda (carretas, carretillas), incrementaron la eficiencia del transporte terrestre y “liberaron” a los cargadores humanos, y que el arco en acueductos y puentes permitió conducir el agua a mayores distancias y conectar los caminos con mayor eficiencia.
En los inicios de la época colonial, la mayoría de los sistemas hidráulicos prehispánicos fue utilizada por los españoles sin mayores modificaciones, pero pronto transformaron técnicamente estos sistemas con la incorporación de las nuevas máquinas, tanto como por la necesidad de irrigar porciones territoriales continuas y de mayores dimensiones, al irse consolidando la propiedad territorial en sus manos, en detrimento de la de los pueblos (y en el contexto de la baja demográfica indígena).
Otros elementos y estructuras hidráulicas existieron por igual en el Viejo Mundo que en América, si bien con sus diferencias, entre ellos: acueductos, canales, presas de almacenamiento, pozos verticales, diques, superficies de recolección de agua de lluvia en patios con sus correspondientes conductos y depósitos de almacenamiento; compuertas; vertederos y ductos subterráneos.
Las innovaciones técnicas más significativas del periodo en materia hidráulica son, en un apretado resumen las siguientes:
Palancas: Estas no fueron empleadas en la época prehispánica con fines hidráulicos. Durante la colonia llegaron en la forma de un instrumento muy sencillo que permite a un solo hombre extraer y elevar el agua de pozos, lagunas y ríos con una pértiga colocada sobre una horqueta o caballete que tiene en un extremo un recipiente y en el otro una piedra que le sirve de contrapeso.
Rueda: Sabido es que la rueda fue conocida y empleada en América, en juguetes, y rodillos para hilar, entre otros, pero no en máquina alguna. En la colonia se hizo presente en diversas formas, entre las que destacamos ahora las utilizadas para elevar el agua y para mover maquinaria con fuerza hidráulica: las ruedas hidráulicas (verticales y horizontales), las poleas (para sacar agua), los tornos (para lo mismo), los molinos (para trigo, caña de azúcar y otros, y para batanes de paños) y, más tarde, los tornillos y los sifones invertidos.
Los acueductos sobre arquerías: para librar los accidentes topográficos por donde corría la atarjea o tubería, pronto sustituyeron a los acueductos prehispánicos sobre terraplenes. El arco se hizo igualmente presente en los puentes que complementaron o sustituyeron paulatinamente a los prehispánicos (colgantes o fijos, de troncos o entarimados).
Las cajas para el control de flujos o cajas repartidoras: dotadas con “datas” (aberturas con dimensiones basadas en la “vara”, que iban de la “paja” y el “surco” hasta el “real” y el “buey de agua”, pasando por el “limón” y la “naranja”) fueron un nuevo e importante instrumento en lo que toca a los métodos de distribución tanto como a los derechos sobre el agua.
Las compuertas de tablones y deslizantes sustituyeron a las prehispánicas.
Los animales de trabajo: que, al lado de las carretas y carretillas, facilitaron el transporte de materiales y personas, las tareas agrícolas, artesanales, de albañilería, entre otros; jugaron por igual un importante papel en algunas de las máquinas basadas en la rueda, para extraer el agua de diversas fuentes como pozos y lagos.
El establecimiento de molinos, batanes y otros “ingenios” mecánicos movidos por agua: estas herramientas antes desconocidas, modificaron profundamente el uso de los ríos y los sistemas hidráulicos indígenas al cambiar de función, básicamente porque, para poder contar con la fuerza necesaria, los nuevos edificios se colocaron en las cabeceras de los ríos.
Otras innovaciones fueron las presas construidas con piedra cortada, ajustada y cementada; presas con contrafuertes y presas de almacenamiento sobre corrientes perennes además de otros elementos arquitectónicos como cornisas, remates de los muros o caballetes, sardineles y gárgolas.
MINISTERIO DE AGRICULTURA
1975 "Evolucion historica de las acciones en irrigacioncs en el Pcru". Oiicina dc Programacion dcl Ministerio de Agricultura, Lima.